Olor único de cada persona y la detección por parte del perro

1. EL EXTRAORDINARIO OLFATO DEL PERRO

El perro forma parte de los animales macrosmáticos en los cuales la agudeza olfativa predomina sobre otros sentidos. En efecto, cuando nacen la agudeza olfativa predomina sobre otros sentidos, ya que les resulta indispensable para la supervivencia. Mediante el olfato localiza la comida (caza), distingue a la hembra en celo y se aparea y reconoce las marcas territoriales propias y las de sus rivales.

El sistema olfativo de los perros es sencillamente impresionante. Poseen entre unos 200 y 300 millones de receptores olfativos (dependiendo de la raza) frente a los 5 millones que tenemos los humanos.

En las fosas nasales del perro se encuentran unas estructuras óseas en forma de espiral llamadas cornetes, que están recubiertas por una mucosa de muchos pliegues.

Estas características anatómicas le proporcionan uno mucosa olfatoria de hasta 200 cm2 de superficie frente a los 3 cm2 que tenemos nosotros. Por lo que el olfato ocupa 1/8 parta del cerebro y la ½ de la superficie de la nariz. Tienen una sensibilidad 100 millones de veces superior al humano.

La parte exterior del sistema olfativo del perro (trufa) sirve para recibir y canalizar el aire que contiene las moléculas olorosas hacia el interior, donde serán analizadas.

Los perros tienen una alta capacidad y sensibilidad para distinguir olores. Esa sensibilidad viene dada por la presencia de un órgano vomeronasal que está situado por detrás de la mucosa olfatoria y se comunica con la cavidad bucal.

Un equipo de la Universidad de Rennes (Institut de génétique et Développment de Rennes), realizaron un estudio genético publicado en 2009 con 48 perros de seis razas diferentes con la finalidad de entender las variaciones genéticas en los receptores olfativos, donde concluyen que perros de raza labrador retriever o pastor alemán tienen un potencial superior para su uso como perros detectores que por ejemplo los galgos o pekinés. Lisa Colins del Royal Veterinary College en Hatfield, Reino Unido, comenta “Es la primera evidencia que sugiere que la reproducción selectiva para cumplir con determinadas características físicas en estándares de la raza ha tenido un impacto en la organización del cerebro. Podría ayudar a explicar por qué los perros de hocico largo son mejores detectores, cuando se requiere el olfato, como detectar drogas, rescate… que las razas de hocico corto”

Los perros pueden discriminar una molécula odorífera entre millones de ellas, siendo capaces de detectar olores que ni los instrumentos científicos más avanzados pueden hacer.

El olfato es mucho más que un sentido, es un activador de la conducta emocional, que tiene un gran sustento en la memoria.

La capacidad de discriminación olfativa del perro está relacionada con las frecuencias de las codificaciones de los receptores olfativos, la formación de mapas esteriotipados en el bulbo olfativo y corteza olfativa.

Todo este sistema de recepción e interpretación de información odorífica, se potencia mediante una conducta denominada de “olfateo”. Esta conducta es innata, pero se entrena y mejora con la experiencia en las actividades olfativas. Su funcionalidad es excitar intensivamente los receptores olfativos mediante una frecuencia de respiración e inspiración intensa, corta y rápida.

Las características climáticas también afectarán a la precisión con la que el perro captará el olor: si hace viento, las moléculas se esparcirán más rápido. Si hace calor, la mucosa se secará más rápido. Son factores que debemos tener en cuenta.

2. LA HUELLA DE OLOR EN EL SER HUMANO: EL ODOROTIPO.

Tal como afirma el Dr. Veterinario y perito forense en odorología forense,  Mario Rolando Rosillo, en el trabajo “Odorología Forense. Identificación Molecular del Olor Humano con Perros, peritaje con caninos” y así se avala también por multitud de estudios científicos, el olor de cada individuo humano se distingue de otro, aunque estén recubiertos de otros olores que reflejan circunstancias particulares de la persona, como productos artificiales (perfumes, colonias, cremas, gases en descomposición, bacterias, fibras en ropa).

La superficie de la piel de la persona contiene cerca de 2 mil millones de células y aproximadamente 667 células son vertidas cada segundo. La vida media de estas células es de 36 horas, es decir que aproximadamente en 1 minuto tenemos una descamación de 40.020 partículas.

El olor de una persona se origina por la gran cantidad de sustancias volátiles formadas en el proceso de respiración y en la secreción de las glándulas epidérmicas, se compone de diversos productos de fermentación de la piel (por acción de la flora bacteriana normalmente presente sobre ella) como ácidos grasos volátiles, aminoácidos y otras sustancias de excreción y secreción que se forman por la propia actividad metabólica del individuo. A esto se suman otros olores provenientes de la alimentación, cosméticos, medicamentos y del entorno donde la persona habita.

Ésta mezcla de sustancias forma un olor único e irrepetible en cada persona.

La huella olorosa humana es, según multitud de estudios realizados por el Doctor Gary Beauchamp y su equipo en el Monell Center, totalmente único en cada individuo, de forma comparable a otros marcadores biológicos diferentes para cada persona, independientemente de su edad, etnia o hábitos.

 Cada individuo de acuerdo a su metabolismo tiene su olor que lo identifica, sin posibilidades ni probabilidades de repetición en otro ser humano, aún cuando sea un hermano o un gemelo. Este olor único y irrepetible se conoce como odorotipo.

3. DISCRIMINACIÓN DEL OLOR HUMANO POR PARTE DEL PERRO.

El poder olfativo del perro se encuentra en que al inhalar en la nariz el aire se separa en dos corrientes: la primera va hacia los pulmones, como ocurre en los humanos como en todos los mamíferos, pero existe también en los perros una segunda corriente que se dirige en forma directa a las neuronas olfatorias, mediante las cuales el reconocimiento de los olores por parte del perro se fija en forma de imagen olfativa.

La odorología forense es una técnica criminalística basada en la utilización de los olores que se encuentran en la escena de un crimen para identificar personas a través del olfato del perro.

El método consiste en extraer muestras de los diferentes olores que se encuentran en la escena de un crimen (evidencias), mediante unos medios y procedimientos, para poder posteriormente contrastarlas con otros olores, concretamente la de la persona sospechosa, con la finalidad de establecer la pertenencia de ciertas evidencias en relación a la fuente de olor.

La discriminación de los olores se lleva a cabo con perros de trabajo adiestrados específicamente en la técnica de la odorología forense con la finalidad que pueda comparar olores para contribuir con su resultado al esclarecimiento de los hechos delictivos.

Esta técnica tiene el aval de varios estudios científicos que han permitido determinar los componentes del olor de las personas, concluyendo que cada persona emana un olor propio (identificativo) determinado por la  composición cuantitativa de estos componentes: la huella olorosa. La odorología forense plantea el uso de esta huella olorosa como método de identificación de las personas que han estado en la escena de un crimen, sin poder identificar quien fue el autor del mismo. 

Por lo que M. R. Rosillo concluye que el autor de un delito en la escena del  crimen, produce durante 3 minutos una descamación aproximada a las 120.000 células. El perro necesita una 9.000 moléculas para efectuar una percepción olfativa.

Investigaciones realizadas han concluido que utilizando medios especiales el olor puede ser conservado 5años sin cambios y lograr su identificación con perros especialmente preparados.

(Extracto del Proyecto Final de Postgrado en Instrucción de Unidades Caninas de Trabajo- Universitat Autònoma de Barcelona “LA ODOLOROGÍA FORENSE COMO TÉCNICA DE INVESTIGACIÓN CRIMINAL VÁLIDA EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO ESPAÑOL. Implementación práctica y técnica”.)

Susanna Vilaseca
El Món del Saüc
ÈTiC ADVOCATS