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Arnau – Adoptante de Llúpol

Soy Arnau y hace unos años adopté al Llúpul, un braco alemán con mezcla de pointer inglés. Un perro de 28kg con una energía y bastante espectacular, un carácter muy marcado y un comportamiento muy exigente.

Cuando decidí adoptar me puse en contacto con las chicas de SOS, a través de mi mejor amiga y adoptante de SOS también, ya llevaba meses haciendo números y tenía preparado dinero para los próximos dos años de vida del futuro perro conmigo , mi amiga me había preparado el piso (plantas fuera, estanterías bajas con cables y libros fuera, etc…) y las chicas de SOS me dejaron muy claro por activa y por pasiva lo que comportaba adoptar un braco. La temida ansiedad por separación por la que se caracterizan.

Pasaron bastantes días y bastantes perros por la web de SOS. Hasta que apareció el Niño (ahora Llúpul) de dos años y medio a una perrera de Guadalajara. Los primeros vídeos que me enviaron eran un pasada, Llúpul haciendo BikeJoring con otro perro por caminos de montaña, jugando en el parque con otros perros, fotos posando con toda su elegancia, etc… Pensé que me había tocado la lotería, un perro de 10. Así que hacia Guadalajara en pleno confinamiento a buscarlo.

Muy pronto empezaron a salir los problemas. Dos principalmente. Lo primero es que es un perro muy reactivo, con machos no castrados y con ciertos hombres o gente en patinete. Con los perros es un problema porque cuando se tira va por todas sin parar. Con los hombres o los patinetes más bien suelta una mordida para que no se le acerquen… en cualquiera de los dos casos es un problema, primero por el daño que puede hacer a los demás, segundo por los problemas que esto le puede llevar a él (y a mí de rebote por ser su propietario y responsable) y tercero porque no puede entrar en ningún pipican si no está solo o con perros que ya conocemos con los que se lleva bien. Nuestro otro perro (adoptado por mi pareja hace 8 años ya) es de los que más ha recibido, y mi pareja y yo para evitar que le pudiera hacer daño hemos recibido también algún que otro mordisco.

El segundo problema es su exigencia. Cuando se queda solo en casa ladra. Y no poco. Digo exigencia ya que en un principio pensábamos que era ansiedad por separación pero a raíz de trabajar con varios etólogos hemos visto que es un perro exigente y que no tiene problemas para estar solo (en el coche se queda sin decir ni mu, en casa la de dios). Por lo tanto en poco más de una semana ya tenía a los vecinos saltándome a la yugular. Amenazado con echarme de casa, una casa donde he vivido toda la vida, propiedad de mi familia y querían echarme. ¿La única solución? Guardería de día… Ah no… que se pelea con otros perros… pues canguro personal que cuesta el doble o el triple…

Así pues, me encontré solo, con un perro que no podía pasear tranquilamente por el parque, con el que tengo que ir con mil ojos por la calle, por la montaña y al día a día. El que no puedo dejar solo en casa ni para ir a hablar con un vecino en el pasillo de la comunidad sin que se ponga a ladrar. Y por colmo todo ese dinero que tenía ahorrado se esfumó en cuanto se destrozó la cola contra el radiador y la puerta, de los nervios, lo que nos obligó a pasar repetidas veces por quirófano.

A todo esto, si alguien me diera a elegir… ¡Sí, lo volvería a adoptar, sin dudarlo! Me ha dejado los bolsillos bien acortados, el miedo en el cuerpo cuando salgo a la calle de que pueda haber algún accidente, algúna que otra mordida y con dependencia de canguros para poder hacer vida con amigos o en pareja en el día a día. Pero tomé una decisión, la de ser adoptante y con ello conlleva una responsabilidad de por vida con el perro, con Llúpul. Y quizá tuve la suerte de encontrar a mi pareja con su perro, que también tiene sus problemas, en el momento más difícil de mi relación con el Llúpul, el cual me dio el pequeño empujón que necesitaba para no desfallecer. Y lo que es más importante de todo, él me lo ha dado todo. Desde el primer día que nos vimos y sin conocerme de nada se me echó al cuello a chuparme entero, pasando por todos los podios de carreras de canicross que hemos conseguido juntos (somos terceros de España en carreras de montaña en nieve y segundos de Cataluña en tierra), nuestras excursiones en furgoneta o barco (si, navega y le encanta), hasta todos los días en casa donde nos muestra todo su amor, buscándonos en cada momento para no separarse de nosotros.

Adoptar a un perro, ya no hablamos de bracos, no debe tomarse como quien se compra un teléfono nuevo. Un perro, y sobre todo un perro adoptado que seguramente ya ha sido abandonado en un principio, es de por vida, sin importar lo que venga por delante. Y puedes pensar que será super fácil y maravilloso. Pero también puede no serlo. Ahora bien, si realmente se tiene claro y se está dispuesto a hacer frente a estas situaciones, puedo asegurar que estos peludos, no defraudan.

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Lo importante salva una vida salva un braco de weimar

Ellos se lo merecen

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